Día de la Diversidad Biológica: seis especies que solo habitan en la Argentina
Se conmemora cada 22 de mayo para promover el conocimiento y la protección de las especies únicas de cada región
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La Argentina alberga una riqueza biológica única, con especies de fauna y flora que no existen en ningún otro lugar del planeta. Cada uno de estos animales y plantas son considerados endémicos. Es decir, habitan un ambiente particular y enfrentan amenazas específicas como la pérdida de hábitat, la introducción de especies exóticas, el cambio climático o la contaminación.
Por ese motivo, la conservación de estas especies resulta clave para proteger la biodiversidad.
En el Día Internacional de la Diversidad Biológica, se destacan seis especies endémicas que representan diferentes grupos taxonómicos y ecosistemas: peces, reptiles, plantas, anfibios, aves y mamíferos. Estos son:
Mojarra desnuda

En las nacientes termales del arroyo Valcheta, en plena Meseta de Somuncurá en Río Negro, sobrevive la mojarra desnuda (Gymnocharacinus bergii), una especie de pez única en la Argentina. Es el único de agua dulce del país que pierde sus escamas en la adultez, una particularidad que le da su nombre común. Su distribución es extremadamente reducida, limitada a un tramo breve de agua templada en un ecosistema aislado y frágil.
La mojarra desnuda está clasificada en peligro crítico, según la Lista Roja de Especies en Peligro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, en inglés). Entre sus principales amenazas se encuentran la introducción de peces exóticos como la mojarra colita negra (Cheirodon interruptus), brotes de enfermedades parasitarias como el punto blanco y la alteración de su hábitat por actividades humanas. Su situación es tan delicada que un solo episodio de enfermedad podría provocar su extinción.
Actualmente, la Fundación Somuncura es la única organización que realiza acciones de conservación directa para esta especie. “Creamos santuarios cercando las nacientes termales para evitar el ingreso del ganado, lo que permite que se recupere la vegetación y con ella los recursos de alimento y refugio para la mojarra”, explica Sofía Quiroga, integrante de la fundación. También construyen estanques con vegetación nativa y controlan especies exóticas. Además, desarrollan talleres con la comunidad local y promueven el ecoturismo como alternativa de desarrollo sustentable.
Lagartija de El Nihuil

Cerca del embalse El Nihuil, en las arenas del desierto mendocino, vive una lagartija endémica de nuestro país: la lagartija de El Nihuil (Liolaemus rabinoi). Esta especie, adaptada a la vida en los médanos, fue redescubierta en 2010 después de haber sido considerada extinta durante más de tres décadas. Hoy, se encuentra clasificada como en peligro crítico por la Lista Roja de la IUCN.
Su dieta se basa en insectos, especialmente hormigas, y su supervivencia depende de un hábitat muy específico y frágil. Las actividades humanas, como la circulación de vehículos de doble tracción y competencias deportivas que incluyen el Rally Dakar, ponen en riesgo su hábitat. Cristian Abdala, doctor en biología y especialista en la especie, sostiene: “Está muy arraigado que los médanos son para ese uso, lo cual trae inconvenientes a la hora de prohibir algo, tratar de acotar circuitos o que se restrinja”.
Para proteger esta especie, Abdala explica que hace falta financiación y recursos para visitar la zona aislada en la que habita. En ese contexto, en abril de 2025 ingresó a la Legislatura mendocina un proyecto de ley para incluir al Liolaemus rabinoi como Monumento Natural Provincial. De aprobarse, la norma modificaría la Ley N°6599 e incorporaría medidas de protección específicas, y la promoción de acciones para conservar su hábitat en los médanos de El Nihuil.
Palmera de Bonpland

Endémica de una estrecha franja arenosa del sudeste de Corrientes, la palmera de Bonpland (Butia noblickii) fue reconocida como especie recién en 2012, después de décadas de ser confundida con parientes cercanos. Crece entre Yapeyú y la desembocadura del río Miriñay, en suelos bien drenados de lomadas bajas. Usualmente se encuentran en palmares densos aunque pueden hallarse pequeños grupos o individuos aislados.
Puede alcanzar hasta ocho metros de altura y producir frutos anaranjados con forma de trompo. La especie enfrenta amenazas crecientes por el avance agrícola, el uso ganadero del suelo y las plantaciones forestales con especies exóticas como pinos y eucaliptos. De los diez arenales que albergan palmares, al menos tres fueron preparados para cultivos intensivos, como el de sandía.
Según la Lista Roja esta palmera se encuentra en peligro. Más de 20.000 ejemplares se encuentran dentro de un establecimiento ganadero, sin protección legal. En contraste, una pequeña población está dentro de la reserva privada Tres Cerros, de 770 hectáreas, que forma parte de la Red de Reservas de Hábitat. Otras dos poblaciones están resguardadas en la Reserva Urbana de la Defensa Paso de los Libres –donde está declarada monumento municipal– y en la Reserva Natural de la Defensa Campo Ávalos, ambas del Ejército Argentino.
Rana marsupial de La Banderita

En las selvas de las Yungas del noroeste argentino habita una especie muy particular: la rana marsupial de La Banderita (Gastrotheca gracilis). Se trata de la rana marsupial con distribución más austral del continente dentro de su familia (Hemiphractidae). Fue redescubierta en 2011, luego de más de dos décadas sin registros en la naturaleza. Su pequeño tamaño (el macho mide 48 milímetros y las hembras, 37) y sus hábitos de vida dificultan su monitoreo, por lo que es más probable escucharlas que verlas en la selva.
Esta especie endémica habita áreas reducidas de las provincias de Tucumán y Catamarca, y se reproduce vertientes temporales naturales y cunetas. La fase larval, cuando los renacuajos dejan la bolsa y se desarrollan en agua, es la más vulnerable del ciclo de vida. Entre las principales amenazas están la pérdida de hábitat por incendios, mantenimiento de caminos y deforestación, además del impacto del cambio climático y el hongo quitridio. Hay tres especies de ranas marsupiales en el país y una de ellas, la Calilegua, se encuentra desaparecida desde 1996.
Esta rana está categorizada como una especie en peligro, según la Lista Roja. Por eso, desde 2018 se desarrolla un programa de monitoreo a largo plazo en el Parque Nacional Aconquija, que combina grabaciones automáticas con recorridas de campo para estudiar sus poblaciones y proponer medidas de conservación. Actualmente, una de las prioridades es proteger efectivamente su localidad tipo en la zona de La Banderita.
Quetro cabeza blanca no volador

El quetro o pato vapor cabeza blanca no volador (Tachyeres leucocephalus) es uno de los pocos patos no voladores del mundo. Habita zonas rocosas, caletas protegidas del oleaje e islas costeras dentro de un estrecho tramo costero entre Chubut y el norte de Santa Cruz. Su existencia fue oficialmente reconocida recién en 1981, debido a su similitud con otros patos vapor y su limitada distribución.
El quetro cabeza blanca no volador es territorial y suele verse en pareja, mientras que los juveniles forman grupos más numerosos. Se alimenta de invertebrados marinos que captura buceando en aguas de poca profundidad.
Con una población estimada en menos de 4000 individuos, esta especie fue recategorizada como especie vulnerable en 2012, tras un censo que permitió establecer por primera vez su distribución y abundancia. “La tendencia poblacional es uno de los parámetros claves para evaluar su estado conservación”, explica María Laura Agüero, bióloga del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (Cesimar).
Para obtener este dato, desde 2021 se realizan censos anuales en el Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral –donde habita cerca del 50% de la población– con apoyo de Parques Nacionales y la provincia de Chubut. El objetivo es detectar posibles impactos antes de que se reflejen en la biología de la especie. “Los estudios de estado de salud de los individuos es un reflejo del estado de salud ambiental, con lo cual funcionaría como un sistema de alerta temprana ante alteraciones ambientales”, agrega.
Tuco-tuco de Roig

El tuco-tuco de Roig (Ctenomys roigi) vive en las dunas arenosas al norte de Corrientes, que se desarrollan en paralelo al río Paraná. Es un caso de microendemismo, porque solo habita en una franja de 12 kilómetros cuadrados aproximadamente. En ese sector, ocupa lomas y elevaciones arenosas. Su dispersión está limitada, porque viven entre los arroyos González y Pehuajó.
Este roedor subterráneo está catalogado como en peligro crítico, tanto a nivel nacional por la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (Sarem) como internacional. La expansión urbana, la ganadería y las plantaciones forestales deterioran su hábitat, mientras que las inundaciones extraordinarias del río Paraná provocan reducciones extremas en su población. La especie no cuenta con protección legal efectiva, ni presencia en áreas naturales protegidas.
Cumple un rol ecológico fundamental: al cavar sus túneles, este pequeño roedor airea el suelo y dispersa hongos beneficiosos (micorrizas), que se asocian con las raíces de las plantas. Además, al mover el suelo de diferentes capas, mejora la capacidad de las especies vegetales para absorber agua y nutrientes, favoreciendo la regeneración natural del pastizal.
Esta producción fue realizada con el apoyo de Aves Argentinas
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