
La detección de la enfermedad mental en el marco familiar: la masacre en Villa Crespo y la tesis del “homicidio altruista” o “suicidio ampliado”
En escenarios de delirio psicótico, los pacientes se convencen de que asesinar a quienes los rodean y suicidarse es la única forma de evitar un drama peor que la muerte
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Los clásicos dicen nihil est nihilo, lo que significa “nada viene de la nada”, o sea, que nada pasa por casualidad. Y esto guarda estrecha relación con el caso de Villa Crespo, que, en principio y según las investigaciones, puede ser producto de lo que los psiquiatras forenses llamamos homicidio altruista o suicidio ampliado.
¿Qué significa esto? En muy contados casos –porque la enfermedad mental, en general no produce acciones violentas–, un paciente dado, como resultado de su depresión profunda, acompañada de síntomas psicóticos, desarrolla una patológica idea persistente, llamada delirio, por la que piensa que un peligro inminente se cierne sobre esa persona y su propia familia.
En su mente, desviada por la enfermedad, a veces sin tratamiento o con un tratamiento abandonado por diversas causas, el paciente llega a la convicción de que la única manera de anticiparse al peligro que amenaza con caer sobre todos consiste es ultimar a todos los integrantes y a ella misma, a fin de evitar el drama que, de concretarse, sería peor que la propia muerte, todo esto dentro del delirio que inunda la mente de la persona.
La pregunta que uno se formula es ¿cómo es posible evitar esto, anticiparse a estos dramas terribles como tantos que han ocurrido con finales similares? La única forma posible frente a esto es la prevención, consistente en el tratamiento de la persona enferma por parte de un profesional psiquiatra capacitado para el diagnóstico y tratamiento de estas graves enfermedades, que podrá, en la enorme mayoría de los casos, asistir ambulatoriamente al paciente y recuperarlo para sí y para la sociedad en forma eficaz.
Solo en casos contados, y solamente en situaciones con riesgo, deberá indicar una internación psiquiátrica que permita un seguimiento intensivo y seguro que en pocas semanas lo recupere y lo devuelva a su marco social.
Esto, que debería ser lo normal y lo que se practica en cualquier país del mundo, resulta muy difícil en la Argentina hoy por dos factores.
El primero es el estigma social, esto es, la convicción del ciudadano común, independientemente de su clase social, de que la enfermedad mental es incurable y no tiene tratamiento posible. Este prejuicio, completamente falso, es desmentido cotidianamente tanto por quien esto escribe como por miles de psiquiatras argentinos que, diariamente, tratamos en forma eficiente a pacientes que hacen vidas productivas y saludables gracias a los modernos avances de la psiquiatría.
El segundo factor es la ley 26.657, llamada Ley de Salud Mental, vigente desde el año 2010, que deja en el paciente la decisión de tratarse o internarse, cuando su propia enfermedad de ninguna manera le permite decidir.
Esto ha producido innumerables muertes por suicidio y homicidio, dada la insensibilidad y falta de conocimientos de quienes redactaron esa nefasta ley, texto del que se intenta su modificación desde la insistente acción de, principalmente, la diputada Marcela Campagnoli y un grupo numeroso de psiquiatras y familiares. Esa legisladora nacional es autora del proyecto más importante para el cambio, que espera que sea tratado en la Cámara baja.
Este cambio, entre otros puntos, habilita a que en casos de emergencia, solamente, un juez pueda disponer una internación para salvar la vida del paciente, y para que el médico psiquiatra debidamente capacitado pueda, como jefe de equipo, decidir una internación, especialmente en los hospitales públicos especializados, no en hospitales generales que, habitualmente, carecen de infraestructura y personal entrenado.
Un tema final, en absoluto desdeñable, es que la familia del paciente es parte esencial para su tratamiento y recuperación: tras más de 40 años de práctica, puedo afirmar que con la ayuda familiar y la toma de conciencia de que se trata de enfermedades crónicas que deben recibir asistencia por tiempo prolongado, una vida normal es posible, y que la falta de contención de esta familia lleva a un pronóstico mucho mas oscuro.
Es esencial una real convicción de esto, porque dramas como el sucedido este miércoles en Villa Crespo pueden y deben ser evitados, y eso nos compromete a todos como sociedad.
El autor es profesor universitario y psiquiatra forense
