La ciudad de Chiclayo era hasta ahora un lugar bastante ignorado, pero una fumata blanca en el Vaticano le dio renombre internacional con la elección del “Papa peruano”, como lo llaman con regocijo en el norte de ese país.
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“Y si me permiten también una palabra, un saludo... a todos aquellos, en modo particular, a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú, donde un pueblo fiel acompañó a su obispo”, expresó en castellano el Papa León XIV en su primer discurso ecuménico afectuoso y esperanzador. De modo elocuente manifestó la importancia de su cercanía con la comunidad que lo vio crecer en la fe y planteando desde el vamos su conexión con América Latina. Refiriendo algo personal, esbozó, quizás parte de lo que será su trayectoria pastoral, cerca de la gente, de las comunidades más necesitadas y de los inmigrantes.

¿Dónde está y cómo es Chiclayo? A unos 770 km de Lima al norte, unas 13 horas de viaje por la Autopista Panamericana, muy próxima a la costa del Pacífico, se encuentra la capital del departamento de Lambayeque, a la cual se la menciona como “Ciudad de la Amistad” por el estilo amable y receptivo de sus pobladores, muy creyentes y dedicados a labores agrícolas relacionadas con arándanos, mangos, caña de azúcar, arroz, palta, espárrago, limón y maracuyá.

Su principal edificación es la Catedral de Santa María, frente a la plaza principal, donde el nuevo pontífice oficiaba misas y se dedicaba a la vida pastoral. Es una construcción religiosa atractiva, de corte clasicista, con aires grecorromanos edificada con algunos tropiezos. Se la proyectó en 1869 y el diseñador fue el ingeniero francés Gustave Eiffel (sí, el mismo de magnífica torre parisina). Sin embargo, abrió sus puertas a los feligreses en 1939, en tanto que fue consagrada como Catedral en 1954.

Dentro de la sobriedad de su monumentalidad, tiene un atrio con columnatas en dos pisos enmarcado por el basamento de las torres. Parece como si se hubiera querido recuperar la idea de “balcón-capilla abierta” que solía usarse durante el período hispánico con la idea de celebrar misas frente a la tradicional plaza de los antiguos mercados. Columnas dóricas, capiteles corintios y campanarios laterales con cupulitas enriquecen su fachada frente a la plaza principal.

En su interior destaca la nave central con amplios espacios, altares ornamentados, la talla del Cristo Pobre, luminosos vitrales con escenas marianas fabricados en Lima, esculturas, pinturas, obras de arte religiosas y, presidiendo, en la parte más alta está la imagen de Santa María de los Valles de Chiclayo.
Un destino que combina arqueología, naturaleza y gastronomía

Al margen de la cuestión clerical, el casco urbano tiene lugares interesantes como los atardeceres en el Paseo de las Musas, a 7 cuadras de la Catedral, donde se evoca la cultura griega con esculturas de estilizadas cariátides y las distintas musas hijas de Zeus que representan a las artes. Se trata de un área peatonal, con estatuas, monumentos y jardines precedidas por un portal en cuyo frontis dice: “Chiclayo, ciudad heroica”, en alusión a la defensa protagonizada por los chiclayanos durante la Guerra del Pacífico (el conflicto armado ocurrido entre 1879 y 1884 que enfrentó a Chile y a los aliados Bolivia y Perú).

Asimismo, en términos turísticos es destacable la bella y disfrutable Playa Pimentel (a 11 km de del centro histórico), la más concurrida y sobresaliente porque además de que el sol brilla todo el año y de que su arena es dorada, ostenta un descomunal muelle de una longitud de 695 m, lo cual lo identifica como el más largo del país y eso que tiene casi una centuria desde que se emplazó con sus sólidos pilotes. Hay mucha gente disfrutando deportes acuáticos como surf o windsurf.

Por supuesto, son habituales las festividades para dar rienda suelta a los bailes y la reconocida y valorada gastronomía peruana. Por ejemplo, del 22 a 29 de agosto se desplegará la Semana Turística de Chiclayo con juegos cívicos, culturales, sociales y recreativos con venta de artesanías y comidas típicas, como el arroz con pato, fusión de la cocina aborigen y la colonización española, que trajo los palmípedos mientras que los lugareños le aportaron ingredientes y los condimentos de rigor para cualquier menú que se defina como peruano.

Infaltable y de contagiosa alegría es el programa/competencia de marinera, la señorial y distinguida danza autóctona (con aires de cueca) del norte del Perú. En los stands se venderán artesanías y comidas típicas.
Además, esta región es rica en historia y monumentos arqueológicos prehispánicos como Huaca Rajada, Batán Grande y las pirámides de Túcume, así como el contenido documental del Museo Brüning de Lambayeque, a unos 10 km al norte de Chiclayo, que expone destacadas obras cerámicas.
En Huaca Rajada (35 km al este de la capital), que comprende dos pirámides y una plataforma, se hallaron intactas dos de las más famosas urnas funerarias, la del Señor de Sipán y la de un antepasado denominado Viejo Señor, líderes de la cultura Moche que encabezaron el devenir del valle durante los siglos segundo y tercero de nuestra era.

Es importante también visitar el Museo de las Tumbas Reales para apreciar la riqueza de piezas y adornos mochicas así como réplicas de vestimenta o pectorales de oro. De refinada realización es una de las piezas de las tumbas, una nariguera confeccionada de oro y plata con preciosos detalles.
Mientras que en Túcume, en un espacio de unas 200 ha, se levantaron 26 pirámides con adobes alcanzando algunas grandes dimensiones. Una de ellas, por ejemplo, abarcaba 400 m de largo por 100 m de ancho y 35 de altura. La más pretérita que se conserva es del año 700. Fue uno de los centros administrativos y ceremoniales de la cultura Sicán o Lambayeque en el siglo XI. Se alza al pie y rodeando parte del cerro La Raya, un promontorio rocoso que fue un lugar de culto.

Un agustino entre Chulucanas y Trujillo
Pero no fue Chiclayo el último lugar donde estuvo el entonces obispo, sino que el año pasado estuvo en Chulucanas, dentro de la provincia de Morropón, Departamento de Piura, a 268 km al norte de Chiclayo, para encabezar la Santa Misa por los 60 años de la diócesis local con su moderna catedral de la Sagrada Familia representativa de una arquitectura estilo estadounidense (que sustituyó a una vieja de adobe maltratada por los movimientos sísmicos).

En rigor, el Papa volvió a este pueblo, ya que aquí -con 30 años de edad- inició su vida religiosa agustina entre 1985 y 1986, motivo que lo tuvo allí muchas veces en su trabajo pastoral donde se desempeñó como vicario parroquial y canciller diocesano. Se trata de una zona donde sus habitantes están sobre todo abocados a la actividad rural con cultivos de mango y limón, así como las cerámicas, que son piezas muy valoradas con muchos artesanos tallanes, una antiquísima etnia regional.
Luego de un lapso en Estados Unidos, en 1988 y durante una década ejerció diversas funciones misionales y docentes en la hermosa Trujillo con su elegante Catedral inaugurada en 1666 y en cuyo interior atesora importantísimas obras pictóricas de las escuelas quiteña y cuzqueña con marcos en pan de oro.

Es también un territorio de generosas muestras de las costumbres y construcciones de la antigüedad, como la Cupisnique -de hace más de 3.000 años- y la pre cerámica de Huaca Prieta, con más de 5.000; en tanto que hacia el siglo XIII predominó la cultura mochica, que a la par de guerrera realizó templos y palacios. Y, la principal herencia visitable son las asombrosas ruinas de Chan Chan, de los pueblos chimú, que se preservan a pesar de ser murallas de adobes.
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