La fruta tropical y protectora del sistema inmune que debes cultivar en casa
Tiene propiedades muy saludables para el organismo y su cultivo es una aventura en la que vale la pena embarcarse
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¡Perfume a vacaciones tropicales! El ananá, con su pulpa jugosa, su aroma exótico y su refrescante sabor entre dulce y ácido te transportará a una playa con palmeras.
Es una planta originaria de América del Sur. La palabra “ananá” en guaraní significa “perfume de los perfumes”. El fruto también se conoce como “piña” por su similitud con la piña de los pinos.
El ananá era un símbolo de hospitalidad en las tribus indígenas y se ofrecía a los visitantes como signo de amistad.
Al regreso de su segundo viaje, Cristóbal Colón lo llevó a España y los marinos españoles pronto descubrieron que, comiendo ananás en sus viajes, podían prevenir el escorbuto.
¿Cómo se cultiva?
Es una planta vivaz con una base constituida por la unión compacta de varias hojas espinosas que forman una roseta. De las axilas de estas hojas pueden brotar hijuelos con pequeñas rosetas basales, que facilitan su reproducción vegetativa.
Las flores son rosadas y con tres pétalos. La fruta que comemos no es en realidad un fruto, sino muchos frutos unidos entre sí, dispuestos en forma espiralada, es decir, un sincárpico.
Los hijuelos que brotan en las axilas de las hojas serán las nuevas plantas. A escala hogareña, se puede cortar el penacho de hojas y colocar sobre un sustrato húmedo. El desarrollo de las raíces es muy lento, pero luego de pocos meses la planta de ananá estará desarrollada.
El ananá tiene propiedades depurativas, antiinflamatorias, cardiosaludables y es rico en vitaminas C, B, B2 y B6
¿Qué necesita?
La planta de ananá es muy sensible al frío. En nuestro país, se cultiva en las provincias cálidas de Misiones y Formosa. Necesita exposición soleada y suelos muy bien trabajados y ricos en nutrientes.
La cosecha se muy simple: se corta el ananá ya desarrollado, no necesariamente maduro ya que separado de la planta continúa madurando.
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