Nicolás Gallardo, de Jóvenes por el Clima, invita a repensar el desarrollo de las ciudades y la conexión con el medio ambiente
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Vivir en la ciudad, pero sin resignar el contacto con la naturaleza. Parecen dos ideas que no logran convivir, como si la vida urbana y la sustentabilidad fueran caminos opuestos. Sin embargo, Nicolás Gallardo, coordinador del Programa de Ciudades de Jóvenes por el Clima, asegura que no solo es posible reconciliar ambas necesidades, sino que ese es el único camino para preservar el planeta.
“La ciudad nace, en mi opinión, por darse la circunstancia de que ninguno de nosotros se basta a sí mismo, sino que necesita de muchas cosas”. Gallardo citó a Platón, en su obra “La República”, para comenzar su exposición, titulada Ciudad Compacta vs Ciudad Difusa: ¿Se puede vivir sustentable en la ciudad?, en el capítulo 9 del Summit de Sustentabilidad de LA NACION.
“Nos gusta vivir en las ciudades por la oportunidad de trabajo, servicios, vida social. Pero también nos gusta la naturaleza. Entonces, ¿cómo hacemos para vivir ambas cosas? ¿Es Nordelta la única opción?”, se pregunta.
La respuesta, para él, es no. El modelo urbano actual, basado en extender las ciudades hacia los costados, es insostenible. Cita el caso de la ciudad de San Miguel de Tucumán, donde entre 1990 y 2015 la población creció un 40%, pero la superficie urbana se expandió un 200%. “Crecemos hacia los costados, en vez de hacia arriba. Y eso implica destruir ecosistemas naturales, aumentar las distancias y multiplicar los costos ambientales”, advierte.
Pero, ¿a qué se refiere con ciudad compacta? Para responder a esta pregunta pide pensar en lo siguiente: “¿qué sucedería si tuviésemos que poner a 100 personas en una isla completamente silvestre? ¿Cómo sería más eficiente el uso de ese espacio?“.
La idea de pensar en poner 100 casas con patio implicaría ocupar casi todo el ecosistema natural de esa isla. En cambio, “si se agruparan, se podrían preservar más los ecosistemas naturales". “De eso se trata la ciudad compacta”.
Para ilustrar este punto, Gallardo recurre a un ejemplo: la película animada de DreamWorks Vecinos Invasores (2006). “En esa historia, los animales se ven acorralados por el avance de la urbanización, hasta quedar en una pequeña porción de bosque”.

¿La respuesta? Ciudades de 15 minutos
Gallardo plantea que el crecimiento urbano disperso no solo atenta contra el ambiente, sino también contra la calidad de vida. “¿Cuál es el problema de alejarnos cada vez más de las ciudades? Que hay que llevar bienes y servicios hasta allá: caminos, cables, agua, alimentos. Todo ese transporte genera más emisiones. No es solo un costo económico, es un costo climático”.
Frente a este modelo, propone repensar las ciudades bajo el concepto de “ciudades de 15 minutos”: barrios donde todo (trabajo, escuela, salud) esté a una distancia caminable o en bicicleta. “Eso no es ciencia ficción. Hay ejemplos reales. En Berlín, por ejemplo, se construyeron manzanas que dejan el centro libre como espacio verde comunitario. Y acá en Buenos Aires también existe: el barrio Los Andes en Chacarita es un complejo de torres con un gran espacio central con cancha de fútbol, fuente, hemeroteca. Se forma una comunidad”, describe.
¿Y si la calle vuelve a ser nuestro patio?
Uno de los ejes más llamativos de su exposición es el concepto de “supermanzanas”: cerrar al tránsito varias calles internas de un barrio para que las personas las recuperen como espacio público. “Cuando sacamos los autos, la calle vuelve a ser patio. Los chicos pueden jugar, los vecinos se encuentran. Hay un estudio de los años 70 en San Francisco que demostró que en las calles con menos tránsito la gente conocía más a sus vecinos. Recuperar eso es clave”, explica Gallardo.
Pero no es algo impensado ni que no exista. El barrio Catalina Sur, en La Boca, implementó este modelo: “Son unas 11 manzanas con calles internas sin autos. Tenés patios entre edificios y un espacio compartido. Es lo mejor de los dos mundos, como diría Hannah Montana”, cuenta.
La idea central de su exposición es clara: no hay que renunciar al sueño del verde ni aislarse en un barrio cerrado. “Hay alternativas. Podemos vivir en ciudades densas, compactas, bien diseñadas, donde haya espacios verdes comunes, supermanzanas, balcones con vista a un parque interno. Todo sin tener que pasar dos horas en auto para llegar a casa”.
“Density saves nature” (“la densidad salva a la naturaleza”), se puede leer en una diapositiva de su presentación. “Vivir en comunidad, con vínculos sociales fuertes y con naturaleza cerca. No es una utopía: es posible y es urgente”, asegura. Y hay muchas oportunidades. En definitiva, Gallardo invita a repensar la forma de vivir en las ciudades en contacto con la naturaleza sin la necesidad de escaparse a un barrio cerrado.
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