La Iglesia argentina que deja Francisco: renovación en el Episcopado y una fuerte impronta social
La mayoría de los que tienen altas responsabilidades no eran obispos cuando el papa jesuita asumió en el Vaticano, en 2013; la agenda de preocupaciones incluye la pobreza y el proyecto que impulsa la baja de la edad de imputabilidad
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La Iglesia argentina que deja el papa Francisco tras su muerte exhibe una amplia renovación y una marcada impronta social, con obispos que en su mayoría mantienen una fuerte sintonía con las prioridades pastorales del recordado pontífice jesuita.
La construcción de “una Iglesia de puertas abiertas, que no excluya a nadie”, asoma como el propósito de una conducción episcopal que presenta caras nuevas.
Una de las premisas principales sigue siendo el combate frontal a la pobreza. En la Iglesia reconocen que la mejora de los indicadores de la macroeconomía contribuye a aliviar la situación social y prevenir desbordes, pero advierten que todavía falta para que ese avance se refleje “en el plato de comida de muchas familias”. Asoman, en tanto, otros desafíos y preocupaciones, como la promoción de las apuestas online y la iniciativa del gobierno de Javier Milei para bajar la edad de imputabilidad, como herramienta destinada a frenar el delito. “Los menores no son los que más delitos cometen”, advierten en la Comisión de Pastoral Social.
En términos más alejados de la coyuntura, la Iglesia enfrenta, al mismo tiempo, el desafío de encontrar formas y lenguajes adecuados a los nuevos tiempos para renovar el diálogo con la sociedad, por ejemplo, con los jóvenes.
Renovación
La mayoría de los obispos que ocupan funciones de responsabilidad en la Conferencia Episcopal Argentina no eran obispos cuando Jorge Bergoglio asumió como papa hace doce años, en marzo de 2013.
Es el caso de los arzobispos de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva (57 años); de Córdoba, cardenal Ángel Sixto Rossi (66), y de La Plata, monseñor Gustavo Carrara (51), uno de los principales referentes de los curas villeros y actual presidente de Cáritas. También puede integrar ese lote el obispo de La Rioja, monseñor Dante Gustavo Braida (57), quien desde noviembre de 2024 preside la estratégica Comisión de Pastoral Social.
Con mayor experiencia episcopal, aunque con varios años por delante teniendo en cuenta la edad del retiro de los obispos –a los 75 años deben presentar su renuncia-, en noviembre pasado asumió la presidencia del Episcopado el arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo (64), que había acompañado como vicepresidente a monseñor Oscar Ojea (79), quien cumplió dos períodos al frente del organismo, en plena sintonía con Francisco.
Colombo se formó con Jorge Novak, el recordado obispo de Quilmes que cobró notoriedad por su fuerte compromiso con la defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar.
Obispo de Orán y luego de La Rioja, Colombo impulsó las investigaciones por la muerte de Enrique Angelelli, proclamado beato por Francisco luego de determinar que murió mártir, víctima de la violencia en los comienzos del gobierno de facto de Jorge Rafael Videla.
Como presidente del Episcopado, el actual arzobispo de Mendoza procura continuar la vocación de la Iglesia por promover vías de diálogo y generar puentes para alcanzar consensos sociales”. Ayer encabezó una oración interreligiosa en la Catedral porteña, junto al arzobispo García Cuerva, y rescató “tres ideas inspiradoras de Francisco: el servicio a los más pobres, la causa de la paz y el cuidado de la casa común para que todos tengamos vida”. En las próximas horas, Colombo viajará a Roma para estar presente el sábado en las exequias del Papa.
El cardenal Rossi, de origen jesuita, es el vicepresidente primero del Episcopado. Fue alumno del padre Bergoglio cuando éste dirigía el seminario de la Compañía de Jesús, desarrolló desde sus primeros años como sacerdote obras de asistencia y promoción humana en favor de los sectores más castigados. En 1992 creó la Fundación Manos Abiertas, para distribuir alimentos y ropa entre la población vulnerable. Francisco lo nombró arzobispo de Córdoba, donde creó la Vicaría para los Pobres y dos años después lo hizo cardenal.
Firme defensor de la justicia social, tras la muerte del Papa dijo que “Francisco habló a los pobres con el corazón en la mano, puso a los descartados en el centro, lloró con los que sufren y caminó con los últimos”.
El obispo de Jujuy, monseñor César Daniel Fernández (70) fue formador de varias camadas de sacerdotes, como rector del seminario metropolitano de Villa Devoto, e integra la comisión ejecutiva del Episcopado como vicepresidente segundo.
García Cuerva, al frente de la arquidiócesis porteña que condujo Bergoglio durante quince años, llamó a profundizar el trabajo para la erradicación de la pobreza, en las celebraciones que encabezó en los últimos días por la muerte de Francisco. En línea con la acción pastoral del papa argentino, refleja una fuerte sensibilidad social, seguramente fruto de la experiencia de 20 años en villas y asentamientos populares de San Isidro y Tigre.
También el arzobispo Carrara –hoy en La Plata, pero con una intensa labor sacerdotal en la parroquia Santa María Madre del Pueblo, en la Villa 1-11-14 de Flores (actual Barrio Ricciardelli) transita la misma línea pastoral. Frente a la muerte del Papa, dijo en la Catedral platense: “Hoy es grande nuestro dolor, pero más grande aún nuestro agradecimiento por el don de la vida de Francisco”.
Monseñor Braida fue misionero en Cuba y obispo auxiliar de Mendoza. Nacido en Reconquista integró en años anteriores la Comisión de Pastoral Social que ahora preside, y valora el pontificado de Francisco como una clara muestra de la “opción preferencial por los pobres”.
De bajo perfil y fuerte sentido misionero, en tanto, el cardenal Vicente Bokalic (72) es hoy el arzobispo primado de la Argentina. Fue ordenado sacerdote en la Congregación Vicentina, dedicada a la atención de las poblaciones más vulnerables, y obispo auxiliar de Buenos Aires, donde trabajó con el entonces cardenal Bergoglio. En diciembre de 2013 Francisco lo trasladó a Santiago del Estero, tierra de misión de Mama Antula, la primera santa argentina.
El teólogo del Papa
También fue promovido por Francisco el cardenal Víctor Manuel Fernández (62 años), el teólogo que Jorge Bergoglio había designado rector de la Universidad Católica Argentina (en 2008), pese a la resistencia que encontraba en ese tiempo en el Vaticano. El cardenal primado lo sostuvo, le encomendó la creación del Observatorio de la Deuda Social Argentina, para construir mediciones confiables de la pobreza.
Ya en el trono de San Pedro, Francisco lo designó arzobispo de La Plata y en julio de 2023 lo proclamó cardenal y se lo llevó a Roma para conducir el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con la misión de custodiar “la enseñanza que brota de la fe” y “dejar de «señalar y condenar» a los teólogos que no se ajustan a determinados criterios", el organismo de la Santa Sede que el cardenal alemán Joseph Ratzinger –luego Benedicto XVI- dirigió durante 25 años al lado de Juan Pablo II.

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