En la Iglesia ven en León XIV un constructor de puentes, fiel al legado de Francisco
Valoran su experiencia como misionero en América Latina y su cercanía a poblaciones postergadas; además, reconocen su rigor doctrinal y su mirada pastoral
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Una marcada identificación con el camino que transitó Francisco, para construir comunidades abiertas, sin exclusiones y para todos, es una de las primeras conclusiones que surgen en la Iglesia argentina, al conocerse la elección del cardenal Robert Prevost, como nuevo papa León XIV.
En la Iglesia argentina destacaron especialmente que Prevost, nacido en Chicago, también tiene la nacionalidad peruana, que obtuvo en 2015 tras pasar gran parte de su vida religiosa en el país andino.
A la vez subrayaron que agradeció expresamente a Francisco en su primer discurso y que habló de los “puentes” que debe tender la Iglesia.
La experiencia latinoamericana aparece como un primer punto a destacar para la Iglesia argentina en relación con Prevost.
Confían que León XIV será un pastor constructor de puentes, cercano a la sensibilidad social y continuador de los gestos y señales que conforman el sello de Jorge Bergoglio.
El nuevo Papa le dará su propia impronta al pontificado, pero algunas voces eclesiásticas esperan que el espíritu de apertura, la búsqueda de la unidad en la propia Iglesia y la mirada preferencial hacia los sectores más pobres y excluidos, que con distintos acentos llevaron adelante los cinco papas que siguieron al Concilio Vaticano II, se mantengan entre las prioridades. Estiman que “misericordia” y “fraternidad” son dos definiciones que llegaron para quedarse.
El desarrollo del cónclave encontró a los obispos argentinos reunidos en la asamblea plenaria del Episcopado, en el predio El Cenáculo, de Pilar. Además de los momentos de oración, se rezó especialmente por la reunión de los cardenales. En los momentos previos a las fumatas, la mayoría de los obispos estaba atento a sus teléfonos, a lo que se sumaba una pantalla gigante en la que se proyectaba la TV Vaticana, siempre encendida.
En una fuerte renovación que se consolidó en la última década, la conducción del Episcopado argentino y las principales sedes eclesiásticas se encuentran en manos de obispos designados por Francisco y comprometidos con su visión pastoral. Muchos de los obispos de nuestro país tuvieron encuentros con Prevost, como titular del Dicasterio para los Obispos, el organismo que le confió Francisco para supervisar el plantel episcopal de todo el mundo en la Iglesia.
Entienden que una de las enseñanzas del papa argentino es que los pastores de la Iglesia tienen que “estar en medio del pueblo, quererlo y acompañarlo, y muchas veces seguir su sentido de la fe y su modo de amar”. Y destacan que con el nombre de León XIV rescata la misión del papa que renovó la doctrina social de la Iglesia con su encíclica Rerum Novarum.
Algo, sin embargo, es seguro: para la Argentina comienza una etapa distinta, dado que los diálogos y las llamadas personales que Francisco mantenía casi a diario con obispos, sacerdotes, laicos e incluso personas no comprometidas con la fe ya no podrán continuar. O mutarán en otros formatos y acercamientos.
La reducción de esas vías informales llevará probablemente a un papel más activo a la figura del nuncio apostólico, función que desde febrero de 2020 cumple en Buenos Aires el arzobispo polaco Miroslaw Adamczyk. Principalmente, en los procesos de designación de obispos, dado que durante el pontificado de Francisco prevalecía más el completo y pormenorizado conocimiento que el papa jesuita tenía de la Iglesia de su país. Un ejemplo concreto de esa cercanía directa son los aportes y donaciones que el propio Francisco realizó a parroquias ubicadas en villas y barrios populares para abrir comedores y construir escuelas.
De todos modos, en los últimos dos años todos los nombramientos episcopales pasaron por las manos de Prevost.
El ejercicio de la sinodalidad, el nuevo nombre de la colegialidad en el gobierno de la Iglesia, es otra de las señales que podrían profundizarse, a partir del legado de Francisco. Es una herramienta para construir una Iglesia más horizontal que vertical, alertan las voces eclesiásticas.
En la Argentina se cree que el estilo y la mirada del nuevo Papa prometen que la Iglesia mantendrá la lucha contra los abusos sexuales y la política de protección de los menores. Si bien no solucionó el dramático flagelo, Francisco dio visibilidad al problema e impulsó la ejecución de la “tolerancia cero” que había lanzado Benedicto XVI. Los primeros signos hacen pensar que esa actitud activa se desplegará también en la Iglesia argentina. Está en juego la confianza de la gente y credibilidad de la institución.
Una demanda emparentada con ese reclamo es el freno de los abusos de poder dentro de la Iglesia. En sintonía con Francisco, se espera que el nuevo Papa coloque a las víctimas en el centro del problema.
Una deuda que presentan varias diócesis del país es el lugar relegado que ocupa la mujer en la estructura de la Iglesia. En línea con las premisas de Francisco, la Comisión de Pastoral Social del Episcopado designó esta semana como presidenta de la Comisión de Justicia y Paz a la abogada Ayelén Tomasini, que venía trabajando en el área destinada a enfrentar el problema de la trata de personas.

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