Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), entre 2020 y 2024, la agroindustria fue el principal generador de divisas del país y exportó seis veces más de lo que importó
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En medio de las discusiones sobre el rol del agro en la economía argentina, un nuevo informe técnico vuelve a poner el foco sobre la importancia del sector en términos de generación de divisas. Según un análisis de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la agroindustria aportó el 92% de las divisas netas del país en la última década, lo que lo consolidó como el principal sostén cambiario de la Argentina.
El dato cobra especial relevancia en un contexto en el que la liquidación de divisas del agro proyectada para este año alcanzaría los US$30.800 millones. Pero, más allá del dato puntual de 2025, el estudio subrayó la fuerte dependencia estructural de la economía argentina respecto del complejo agroexportador.
“El aporte neto de divisas de la agroindustria en los últimos diez años superó los US$177.000 millones”, indicó el informe. Esa cifra surge del resultado entre las divisas que ingresaron por exportaciones del sector y las que se destinaron a importar insumos o bienes relacionados. En comparación, el único otro sector que se mantuvo como aportante neto durante ese período fue la minería.

Durante el período 2020-2024, la agroindustria explicó el 61% del total exportado por bienes, seguida muy por detrás por la industria automotriz y el sector energético, que apenas alcanzaron el 10% cada uno. Sin embargo, a diferencia del agro, ambos sectores mostraron un saldo cambiario deficitario, ya que sus importaciones superaron el valor de sus exportaciones.
“El campo exporta seis dólares por cada dólar que necesita importar”, destacó el informe, y agregó: “La minería, por su parte, exporta nueve dólares por cada dólar de importación”. Estas cifras revelan el peso estructural positivo de ambos sectores en la balanza comercial, frente a otros rubros que generan presión sobre las reservas.
El sector energético, sin embargo, comenzó a revertir su situación deficitaria gracias al desarrollo de Vaca Muerta. En 2022, la balanza energética registraba un rojo de US$4552 millones; en 2023 ese déficit se redujo a US$87 millones, y para 2024 se espera un superávit de US$2624 millones, el primero desde 2009. Este giro mejora las perspectivas a futuro, aunque su impacto aún está lejos del peso que tiene la agroindustria.

En este escenario, un dato adicional pone en evidencia la asimetría en el trato que reciben los sectores económicos por parte del Estado. Según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), el agro figura entre los pocos sectores que en 2023 recibió una asistencia económica negativa.
“La intervención estatal sobre el sector agro reduce el valor agregado que genera la actividad”, alertó el reporte al analizar la Tasa de Asistencia Efectiva, un indicador que combina el impacto de los derechos de exportación (Tasa de Protección Efectiva) y los subsidios o beneficios fiscales (Tasa de Asistencia Fiscal).
De los 40 sectores analizados, 37 recibieron una asistencia efectiva positiva. Solo tres — alimentos y bebidas; agricultura, ganadería y caza; y extracción de carbón, gas y petróleo — mostraron valores negativos. En el caso del agro, esta situación se explica principalmente por la incidencia de los derechos de exportación (DEX), que actúan como una carga directa sobre la rentabilidad del sector.

“El apoyo negativo pone un techo al crecimiento y desarrollo del sector responsable de 92 de cada 100 dólares de exportaciones netas del país”, dijo el informe, que también citó datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Esta combinación de aporte decisivo y penalización relativa ha sido señalada de forma recurrente por entidades del agro. Desde la Bolsa de Comercio de Rosario remarcaron que “la política económica debe reconocer el rol estratégico del agro no solo como generador de divisas, sino también como dinamizador del empleo y del desarrollo federal”.

El estudio sostuvo que una revisión del esquema de incentivos y cargas podría liberar mayor potencial de inversión y crecimiento en el sector. Mientras tanto, el agro continúa siendo el principal sostén de la macroeconomía, aun en condiciones fiscales adversas.
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