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El auge que atraviesa el seven en la Argentina tiene su contracara a nivel global. A pesar del estatus olímpico que ostenta desde 2016, la disciplina atraviesa una profunda crisis económica que tiene su correlato en el ámbito deportivo. La gran final que se disputó recientemente en Los Ángeles (donde se coronó Sudáfrica y los Pumas 7s terminaron en el cuarto lugar) fue la última. A partir de la temporada que viene, el formato introducido en 2023/24 para el Circuito Mundial volverá a cambiar.
World Rugby anunció cambios profundos para la próxima campaña que afectan a la selección masculina, pero principalmente a la femenina. Las consecuencias a nivel global ya empezaron a repercutir: Irlanda, uno de los principales animadores de los últimos años, segundo en la liga en la campaña 2024/25 pero relegado a partir de esta modificación, anunció que cancelará el programa del seven masculino y dejará de participar del Circuito.
Tras sólo dos años, quedó en evidencia que el sistema implementado en el que todo se definía en un certamen final no tuvo éxito. Deportivamente, se sabía de antemano, era un despropósito. Borrar todo lo que se hizo en la etapa regular y dirimir el título anual entre los ocho mejores resultaba, cuanto menos, injusto. Los Pumas 7s fueron víctimas de ello la campaña pasada. Después de liderar con amplitud la etapa regular, se quedaron a las puertas del premio máximo al caer ante Francia en la final en el Seven de Madrid. “Puro show”, lo calificó Santiago Gómez Cora, entrenador de la selección argentina. Pero además, económicamente tampoco resultó una solución, como evidenciaron las tribunas semivacías del estadio de Atlético de Madrid.
Volvió a ocurrirle hace unos días Los Ángeles: Argentina ganó la fase regular habiendo conquistado tres de las seis etapas (más dos medallas de bronce y un quinto puesto), pero cayeron en las semifinales ante España y se quedaron con las manos vacías en el Dignity Health Sports Park, la casa de LA Galaxy de la MLS.
La solución que encontró World Rugby para el Circuito 2025/26 no termina de convencer. Sin dudas representa una mejora, al menos desde el punto de vista de la selección masculina, pero también tiene varias contras y condiciona a las Yaguaretés.
El Circuito quedó dividido tres categorías, y el de la primera estará dividido en dos partes: una etapa regular de seis torneos (de dos días cada uno) con los ocho equipos que estuvieron en la definición en Los Ángeles: la Argentina, Fiji, España, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia, Francia y Gran Bretaña. Es decir, cuatro menos que en los últimos dos años y ocho menos que como era hasta 2023. En la segunda etapa se sumarán cuatro equipos de la segunda división, que constará de tres certámenes más y cuya suma de puntos determinará el campeón de la temporada. Si bien es positivo que la definición pase a disputarse en tres certámenes en lugar de uno, la primera pregunta que subyace es: ¿para qué sirven las primeras seis etapas?
El dato alentador es que los equipos de elite jugarán dos certámenes más: de los siete a los que quedó reducido el Circuito en 2024/25 se pasará a nueve. Resta definir las sedes y se aguarda por un regreso a Europa luego de que por primera vez no albergara ninguna etapa este año.
La segunda división constará de seis equipos que jugarán tres etapas clasificatorias. Los cuatro primeros accederán a las tres etapas finales y se sumarán a los ocho del tier 1. Esta segunda división quedó conformada por los cuatro clasificados en el repechaje jugado en Los Ángeles (Uruguay, Estados Unidos, Alemania y Kenia) más dos que surgirán de una tercera división a jugarse a un torneo único.
Esto no afecta a Pumas 7s, que tienen abrochado su lugar en el tier 1, pero sí a la selección femenina, las Yaguaretés. Por segundo año consecutivo se habían clasificado a un repechaje, pero el repentino cambio de formato hizo que aterrizaran en Los Ángeles sin posibilidad de acceder a la elite. La derrota 28-0 ante España en el último y decisivo partido las condenó a jugar primero una clasificación regional el próximo fin de semana en Lima para acceder a la división 3, un certamen único que otorgará las dos plazas restantes para la segunda categoría.
Si bien este nuevo formato otorga oportunidades para más equipos, ya que uno puede acceder a la lucha por el título partiendo de una clasificación regional, en última instancia lo que hace es agrandar más la brecha entre los equipos top y los de abajo, que pierden competitividad. Por naturaleza, el seven es una disciplina cambiante. Lograr crecimiento sostenido como el que logró Gómez Cora con la Argentina es algo que demanda tiempo y constancia. Pero, por ejemplo, Uruguay que trabajó mucho por llegar a la elite y lo logró este año, donde tuvo su premio con victorias ante Nueva Zelanda, Fiji y Australia, a los que nunca había vencido en su historia, ahora quedó relegado. Estados Unidos es un histórico animador de la disciplina, pero atraviesa un mal momento y se quedó afuera de elite.
El caso emblemático es el de Irlanda: había sido segundo la temporada regular en 2023/24, tuvo un mal año, quedó relegado a una tercera división y terminó por discontinuar el programa de seven con el fin de reducir el déficit de la unión (IRFU) de 18 millones de libras. “La situación financiera que enfrentamos es desafiante, y es fundamental que tomemos decisiones firmes para asegurar el éxito a largo plazo del rugby irlandés”, declaró David Humphreys, Director de Alto Rendimiento de la IRFU. “Si bien la decisión es difícil, es necesaria para asegurarnos de que nuestros recursos estén enfocados en las áreas que tendrán mayor impacto en el futuro del juego en Irlanda”.
La competitividad es el principal factor de crecimiento. ¿Cómo harán para mejorar si no compiten habitualmente con los mejores? ¿Qué incentivos tendrán las uniones, los sponsors y gobiernos locales para apostar por equipos que no participan del gran circo?
El Circuito Mundial demanda una inversión muy grande por los costos que implican traslados y alojamientos para equipos masculinos y femeninos alrededor del mundo. Las sedes que tienen la capacidad de generar ingresos genuinos considerables son pocas: Hong Kong, Dubái, quizás alguna más. La mayoría, al margen de lo que puedan aportar, muestran estadios semivacíos, como ocurrió recientemente en Singapur.
Por otro lado, el seven es un instrumento muy importante de difusión del rugby alrededor del mundo. No tanto por su status olímpico, sino porque permite penetrar en países no tradicionales sin que necesiten demasiados recursos gracias al formato reducido. Además, hay una apuesta grande por difundirlo entre las mujeres. En la Argentina, por ejemplo, no existe tradición de rugby femenino y ni siquiera se juega rugby de 15 competitivo, pero a partir de la modalidad del seven está experimentando un auge incipiente.
Mientras World Rugby busca un formato ideal para la disciplina, el costo lo pagan los protagonistas.