Franco Colapinto en Enstone, entre el trabajo de equipo y la explotación de imagen que ensaya Alpine
Las tareas en la fábrica, antes del regreso a la pista en Imola, se mezclan con la explotación de la figura del argentino
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La adrenalina por el regreso a la grilla de la Fórmula 1 se renovará en Franco Colapinto al pisar el circuito Enzo y Dino Ferrari, de Imola. En dos días, el argentino volverá a sentir las múltiples sensaciones que envuelven a un piloto en un autódromo: el tradicional track walk, la atención a los medios, reencontrarse en el box con el auto y no solamente para ser parte del equipo con lecturas de pantallas, con los auriculares conectados a la radio del equipo para conocer la estrategia de carrera y de previsión de neumáticos… La butaca volverá a recibir al pilarense, que reemplazará a Jack Doohan en Alpine durante al menos las próximas cinco fechas del calendario: segunda espada de un garaje que lidera Pierre Gasly, la meta será recortar la brecha que el francés marcó en el cronómetro, velocidad y ritmo de carrera sobre el australiano en el inicio de la temporada. Pero antes del reestreno, Colapinto trabaja en la fábrica de Enstone, mientras la escudería explota la imagen de un joven carismático que esperó una segunda oportunidad para destacarse en el Gran Circo.

El desparpajo que enseñó Colapinto al irrumpir en la F.1 es un crédito que Alpine aprovecha. El pilarense hizo en enero pasado su presentación en la sede de Enstone junto al RS25 con el que el español Fernando Alonso logró el primero de sus dos títulos en la categoría, mientras que ahora una copa ganada por el tercer puesto de Jean Alesi con el equipo Renault en el Gran Premio de la Argentina, en 1996, se impuso como el detalle para un video, de 32 segundos, en redes sociales, camino el Gran Premio de Emilia-Romagna.
“Es superexcitante, estuve haciendo unas vueltas en el simulador finalmente como piloto de carreras. Estoy muy entusiasmado pensando en el fin de semana para Imola junto con el equipo y los ingenieros. Hay mucho trabajo hecho y estoy esperando que llegue la hora”, relató quien llegará a la cita con la reciente prueba en el circuito de Zandvoort, con el A523.
Las tareas en el simulador, trabajo que desarrolló en las últimas cuatro fechas del calendario –las dos primeras, en Australia y en China estuvo en el garaje como piloto de reserva– se mezclaron con las grabaciones de las que participó en las últimas semanas; también se conoció el backstage de la filmación de marzo pasado, cuando fue parte de la introducción de cada gran premio, imágenes que van acompañadas por el himno que compuso el estadounidense Bryan Tayler en las transmisiones de la F.1.
La designación como embajador de la marca Renault para las versiones esprit Alpine para Latinoamérica fue otra movida que protagonizó el pilarense. El comercial retrata la fiebre que despierta Colapinto, una marea que sacudió a la F.1 el año pasado y vuelve a agitarse en el nuevo curso, tras el anuncio de su regreso: la manía y el furor resaltan en un circuito con su nombre, posters en las habitaciones de los fanáticos, estampillas con su rostro, figuritas, stickers, tatuajes, banderas, el seguimiento de una carrera desde cualquier lugar del mundo y hasta una marca ficticia de gaseosas llamada “Cola Pinto”. Mercado Libre, patrocinador de Alpine desde la incorporación del argentino al equipo, tras la noticia de que será piloto titular en Imola lanzó una publicidad con el título Vuelve Franco. Volvimos todos.
La cuenta de Instagram de Alpine empleó la imagen de Colapinto para anunciar que la que se transita es una semana de gran premio con el mensaje “De vuelta para otro triple cabezazo”, en referencia a las tres fechas consecutivas que recorrerá el equipo entre las visitas a Imola, Mónaco y Barcelona. Antes, y para interactuar con los fanáticos de la escudería y de la F.1, invitó a ensayar una pregunta al piloto.
Las publicaciones sobre el primer fin de semana con los colores de Alpine y la leyenda “Vamos nene”, y la imagen junto a Briatore, fueron los últimos actos de difusión en las últimas horas: “Directo al trabajo. Unos días ajetreados aquí en Enstone, poniéndonos al día con Pierre y Franco antes de su debut en Imola”, expuso el jefe del equipo.
Días agitados desanduvo Alpine, entre la dimisión de su team manager Oliver Oakes –relacionado con un escándalo protagonizado por su hermano William, pero que salpicaría al ingeniero británico– y el anuncio de que Colapinto ocupará el asiento de Doohan, que pasará a ser piloto de reserva. El enroque provocó lecturas variadas, aunque la realidad demostró que los errores y el declive en el rendimiento que expuso el australiano empujaron a Flavio Briatore –asesor ejecutivo y ahora también jefe del garaje– a ejecutar el movimiento con el desafío de relanzarse en el Mundial de Constructores.
Con siete puntos, Alpine ocupa el noveno y anteúltimo escalón, superando por apenas un punto a Sauber. El ciclo de cinco grandes premios que afrontará Colapinto no es azaroso: conoce cuatro de las cinco pistas –Imola, Mónaco, Barcelona y Spielberg– y esa ventaja es la que ilusiona en Enstone a recuperar terreno en una carrera en la que los puntos al final del año se convierten en dólares.

Su compañero Gasly es la primera referencia, el espejo que reflejará la performance. Recibir la bandera a cuadros será la primera meta; entreverarse en la zona de puntos, el mayor reto. No apurarse, porque el modelo A525 mostró ser competitivo en algunos circuitos –Bahréin, donde cosechó seis puntos–, y con una rentabilidad vergonzante y poco fiable en otros circuitos, será un duelo interno para Colapinto: en Williams cumplió, aunque los accidentes del cierre del ciclo –Brasil y Las Vegas– desmejoraron la imagen.
No repetir la experiencia de querer ser más rápido que el auto, porque hay un límite de recursos y conducir de más se paga, como señaló James Vowles -cuando el argentino cumplió nueve grandes premios con Williams-, debe ser una guía.
Un triplete intenso de grandes premios como carta de presentación en el reestreno. Monza fue el escenario de la carrera en la que el pilarense rompió con los 23 años sin presencia de un piloto argentino en la Fórmula 1: casualmente, aquella última cita la protagonizó Gastón Mazzacane, con la escudería Prost, en el circuito Enzo y Dino Ferrari, de Imola, donde la esperanza es el combustible para iniciar un nuevo ciclo, ese que se combina entre las múltiples tareas en la fábrica de Enstone y la explotación de su imagen.
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